viernes, 27 de julio de 2012

Inteligencia emocional y enfermedad V – Las ganancias secundarias

Niño herido (enfermo) 

Consulta de Coaching y Psicoterapia (Gestalt, PNL, Hipnosis Ericksoniana…) en Sabadell. 


Es habitual en consulta,  tanto en psicoterapia como en coaching, encontrar uno de los bloqueos a la acción más habituales, se conoce como ganancia secundaria, empecemos con un ejemplo:  

¿Cuántos niños no enferman súbita e inexplicablemente para conseguir la atención de los padres?. No digo que esta causa  esté en todas las enfermedades difíciles, pero sí existen casos documentados de pacientes que, faltos del cariño y atenciones que esperan de su entorno,  manifiestan una enfermedad que les convierte en el centro de las atenciones de su familia... ¿cómo van a querer sanar ante esta posibilidad?. Insisto que esto es una simple exposición de algunos casos, sé que puede parecer crudo  hablar tan claro, y más teniendo en cuenta que, en ocasiones los demandantes de cariño y atención tienen razones más que sobradas pero, por supuesto,  la satisfacción de tal demanda debe hallarse de otro modo.

He comenzado con un supuesto, pero hay miles de demandas encubiertas y ganancias secundarias distintas, pueden ser de cualquier tipo, comer en exceso para calmar la ansiedad, problemas de vista o audición (sin, o en ocasiones incluso con, una base física) para no ver u oír según qué cosas, resistirse a la sanación para hacer valer su importancia ante el terapeuta (sí, sí, esto también ocurre, aunque tampoco podemos descartar la incompetencia del terapeuta en otros casos...); existen otras que son más bien excusas y conviene resaltarlas como la típica “beber para olvidar”; cuando alguien actúa conscientemente así, es conveniente hacerle saber que no es lo mismo una “ganancia secundaria” (a menudo inconsciente) que una excusa para justificar un comportamiento inadecuado.    
He empezado expresamente con un ejemplo de un niño pues en el interior de cualquier adulto, habita un niño (metafóricamente hablando pero muy cierto a nivel de experiencia vital), a menudo, salvo raras excepciones,  un niño herido que interfiere la expresión de la Vitalidad y la Autenticidad (si quieres saber algo  más al respecto puedes ver mis artículos sobre el niño interior siguiendo este enlace). El niño interior herido expresa sus demandas como lo hacen los niños, a menudo de un modo poco adecuado y, en no pocas ocasiones, estas demandas terminan somatizando una dolencia física.

El camino para llegar a estas ganancias secundarias es difícil sin asistencia profesional, pues es habitual que,  lo que aparece a primera vista como una ganancia secundaria, encubra otras más profundas; por ejemplo, una conducta inadecuada de demanda de atención, puede encubrir un deseo de destacar, pero en su origen inicial subyacer un autosabotaje interno por una autoimagen sombría, simplificando mucho sería tanto como decir  que la persona provoca un rechazo en su entorno con una conducta pueril, para justificar internamente la coherencia con su imagen deficiente.

Sin embargo cabe considerar la posibilidad de que toda conducta, por inapropiada que sea, contiene en su origen una intención positiva. El camino para llegar a estas intenciones positivas pasa por la aceptación (si quieres leer algo sobre la aceptación este enlace te remite a mi artículo al respecto), recordemos que aceptación no es resignación, ni connivencia, ni permisividad con las demandas inapropiadas internas, es un sendero de equilibrio entre el reconocimiento de la realidad tal y cual es, sin reproches ni pesimismo, y la realidad tal y como nos gustaría que fuera.  


El equilibrio del padre nutricio 
 Se trata de actuar como lo haría una madre o padre nutricio con su hijo, escuchando, empatizando, entendiendo pero… también poniendo límites. Con un ejemplo podremos clarificarlo, los niños suelen demandar y comer (si se les deja) golosinas de todo tipo, su “intención positiva” es la de “pasarlo bien” comiendo algo dulce, no saben que el exceso de dulces puede provocar problemas de salud de todo tipo, también es cierto que les cuesta entender estas razones. Esta misma dinámica la podemos encontrar en nosotros, sabemos porque “algo nos dice” que esta conducta, actitud, etc… no es la adecuada sin embargo… ¿te suena?

El modo en que nuestro diálogo interno se refiera a la culpa, la imposición normativa, la restricción sin concesiones…. o bien hacia un poner límites flexible, receptivo, amoroso…  nos referirá a nuestro padre crítico  o a nuestro padre nutritivo.  

Para desarrollar una parte adulta equilibrada, antes hay que escuchar a nuestras instancias  dolidas, no hacerlo puede provocar conductas neuróticas que manifiestan inadecuadamente su demanda, o la enfermedad. Detrás de ellas suele haber la petición, a veces grito desesperado, de ser escuchado y atendido (que no consentido...)

Seguiremos en un próximo artículo. 

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