domingo, 29 de julio de 2012

Coaching, inteligencia emocional y los retos de la actual sociedad.

Ojos abiertos ante el miedo, estado de alerta
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Análisis Transaccional

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La actual situación en nuestro país, en gran parte de Europa y, aunque en menor medida,  también en el resto del mundo, nos sitúa en un contexto desconcertante ante el cual muchos no sabemos cómo reaccionar, qué esperar, qué hacer...  ¿qué tiene el coaching y la inteligencia emocional que decir al respecto?, y sobre todo... ¿en qué medida nos pueden ayudar?

Examinemos antes las tres grandes corrientes de coaching actuales y las aportaciones que cada corriente ofrece:

A/ Coaching transaccional
B/ Coaching transformacional
C/ Coaching transpersonal 

Resumiendo mucho, decir que la primera corriente se ocupa especialmente de la  conducta y los recursos disponibles o por aprender (comportamiento, habilidades, conocimientos, competencias...), la segunda sobre las Creencias, Valores y definición de sí mismo que  construye el sujeto y la tercera abarca un terreno muy amplio desde la ética, visión y misión que dan sentido a la vida de cada ser humano hasta la espiritualidad en el sentido más amplio y particular que se le pueda dar. Por supuesto insisto en que se trata de un resumen muy somero a efecto de no alargarme demasiado. Cada una de estas modalidades tiene una contribución específica en la construcción de la habilidad para gestionar nuestras emociones, si bien la corriente transformacional creo que es la que hace más énfasis en este aspecto. 

La propuesta que nos trae el coaching es la de reconocer, afinar y mejorar la calidad de las capacidades en cada una de estas áreas de nuestro Ser y Devenir. Poco ya podemos esperar de los estados, gobiernos y, menos aún de las entidades financieras, ha llegado el momento en que la persona aprenda a desarrollar sus  propios recursos e individualidad, no sólo para estar en coherencia con ella misma sino,  también, para Ser, Estar y Hacer de un modo distinto, más creativo y poderoso, no sujetos a los corsés que hasta ahora han inmovilizado soluciones nuevas, frescas y distintas. Empecemos por el mundo emocional.


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 Las dos grandes emociones básicas que se palpan en el ambiente son la Rabia (y uno de sus derivados más conocidos, la indignación) y el Miedo. Ya mencioné en otro artículo que una de las salidas constructivas a la Rabia es la de la acción, en este sentido una acción conducida por la inteligencia emocional puede inducirnos a revisar nuestro papel, promover actividades contestatarias y/o constructivas, alternativas al poder y cualquier otra iniciativa que promueva la acción reivindicativa, decidida, enérgica  y pacífica (terreno difícil para delimitar).

El Miedo es la emoción que yo creo más delicada en la actual coyuntura; generalmente nos informa sobre una situación, una circunstancia externa o interna que amenaza nuestra integridad (emocional, física, económica....), la percepción que nos traslada el miedo es la de algo no deseado que amenaza nuestra estabilidad y contra lo que debemos hacer algo. Las dos respuestas viscerales ante el miedo son la de huir y/o atacar. 


El temor nos convierte en marionetas del miedo

Normalmente ante el miedo sentimos una sensación de inseguridad, de no ser o tener suficiente para enfrentar el reto al que nos pone cara a cara y nos mantiene en estado de alerta, cabe no obstante diferenciar entre miedo y temor y, por lo tanto, entre un estado de alerta sano y necesario y otro de origen neurótico....

Examinemos el siguiente ejemplo. Creo que todos hemos visto documentales en los que una cebra o antílope es atacado en la sabana por un depredador (generalmente un león, leopardo....); las cebras ante el ataque del depredador huyen (uno de los mecanismos de defensa ante el miedo), sin embargo una vez el depredador ha devorado una presa, las cebras siguen paciendo tranquilas.... como si nada hubiera sucedido.

El miedo es una emoción, y como tal tiene las características de inmediatez e intensidad. La emoción es un estado afectivo súbito, acompañado de cambios fisiológicos y que se dispara ante la presencia de un estímulo (interno o externo) que, en el caso del miedo es vivido como amenazante.

Las emociones, cumplen con una función comunicativa, nos informan con respecto a nuestra adaptación a nuestro entorno o incluso a nosotros mismos (coherencia interior). Ante esta evidencia, es obvio que tanto si son positivas como si son negativas, es preciso escucharlas, atenderlas, intimar con su energía y dirección, nunca negar o reprimir su realidad.

Las emociones son,  además,  el sustrato sobre el que se edifican dos funciones más de la experiencia vital: Sentimiento y estado de ánimo. En el aspecto que nos ocupa, el miedo es la emoción primordial, el temor puede conformar bien un sentimiento, bien un estado de ánimo.  

Seguiremos en un próximo artículo examinando el sentimiento y el estado emocional. 

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- Anterior artículo: Inteligencia emocional y enfermedad. Las ganacias secundarias.  

- Siguiente artículo: Coaching e inteligencia emocional, los retos de la actual sociedad. De la emoción al sentimiento  

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viernes, 27 de julio de 2012

Inteligencia emocional y enfermedad V – Las ganancias secundarias

Niño herido (enfermo) 

Consulta de Coaching y Psicoterapia (Gestalt, PNL, Hipnosis Ericksoniana…) en Sabadell. 


Es habitual en consulta,  tanto en psicoterapia como en coaching, encontrar uno de los bloqueos a la acción más habituales, se conoce como ganancia secundaria, empecemos con un ejemplo:  

¿Cuántos niños no enferman súbita e inexplicablemente para conseguir la atención de los padres?. No digo que esta causa  esté en todas las enfermedades difíciles, pero sí existen casos documentados de pacientes que, faltos del cariño y atenciones que esperan de su entorno,  manifiestan una enfermedad que les convierte en el centro de las atenciones de su familia... ¿cómo van a querer sanar ante esta posibilidad?. Insisto que esto es una simple exposición de algunos casos, sé que puede parecer crudo  hablar tan claro, y más teniendo en cuenta que, en ocasiones los demandantes de cariño y atención tienen razones más que sobradas pero, por supuesto,  la satisfacción de tal demanda debe hallarse de otro modo.

He comenzado con un supuesto, pero hay miles de demandas encubiertas y ganancias secundarias distintas, pueden ser de cualquier tipo, comer en exceso para calmar la ansiedad, problemas de vista o audición (sin, o en ocasiones incluso con, una base física) para no ver u oír según qué cosas, resistirse a la sanación para hacer valer su importancia ante el terapeuta (sí, sí, esto también ocurre, aunque tampoco podemos descartar la incompetencia del terapeuta en otros casos...); existen otras que son más bien excusas y conviene resaltarlas como la típica “beber para olvidar”; cuando alguien actúa conscientemente así, es conveniente hacerle saber que no es lo mismo una “ganancia secundaria” (a menudo inconsciente) que una excusa para justificar un comportamiento inadecuado.    
He empezado expresamente con un ejemplo de un niño pues en el interior de cualquier adulto, habita un niño (metafóricamente hablando pero muy cierto a nivel de experiencia vital), a menudo, salvo raras excepciones,  un niño herido que interfiere la expresión de la Vitalidad y la Autenticidad (si quieres saber algo  más al respecto puedes ver mis artículos sobre el niño interior siguiendo este enlace). El niño interior herido expresa sus demandas como lo hacen los niños, a menudo de un modo poco adecuado y, en no pocas ocasiones, estas demandas terminan somatizando una dolencia física.

El camino para llegar a estas ganancias secundarias es difícil sin asistencia profesional, pues es habitual que,  lo que aparece a primera vista como una ganancia secundaria, encubra otras más profundas; por ejemplo, una conducta inadecuada de demanda de atención, puede encubrir un deseo de destacar, pero en su origen inicial subyacer un autosabotaje interno por una autoimagen sombría, simplificando mucho sería tanto como decir  que la persona provoca un rechazo en su entorno con una conducta pueril, para justificar internamente la coherencia con su imagen deficiente.

Sin embargo cabe considerar la posibilidad de que toda conducta, por inapropiada que sea, contiene en su origen una intención positiva. El camino para llegar a estas intenciones positivas pasa por la aceptación (si quieres leer algo sobre la aceptación este enlace te remite a mi artículo al respecto), recordemos que aceptación no es resignación, ni connivencia, ni permisividad con las demandas inapropiadas internas, es un sendero de equilibrio entre el reconocimiento de la realidad tal y cual es, sin reproches ni pesimismo, y la realidad tal y como nos gustaría que fuera.  


El equilibrio del padre nutricio 
 Se trata de actuar como lo haría una madre o padre nutricio con su hijo, escuchando, empatizando, entendiendo pero… también poniendo límites. Con un ejemplo podremos clarificarlo, los niños suelen demandar y comer (si se les deja) golosinas de todo tipo, su “intención positiva” es la de “pasarlo bien” comiendo algo dulce, no saben que el exceso de dulces puede provocar problemas de salud de todo tipo, también es cierto que les cuesta entender estas razones. Esta misma dinámica la podemos encontrar en nosotros, sabemos porque “algo nos dice” que esta conducta, actitud, etc… no es la adecuada sin embargo… ¿te suena?

El modo en que nuestro diálogo interno se refiera a la culpa, la imposición normativa, la restricción sin concesiones…. o bien hacia un poner límites flexible, receptivo, amoroso…  nos referirá a nuestro padre crítico  o a nuestro padre nutritivo.  

Para desarrollar una parte adulta equilibrada, antes hay que escuchar a nuestras instancias  dolidas, no hacerlo puede provocar conductas neuróticas que manifiestan inadecuadamente su demanda, o la enfermedad. Detrás de ellas suele haber la petición, a veces grito desesperado, de ser escuchado y atendido (que no consentido...)

Seguiremos en un próximo artículo. 

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martes, 24 de julio de 2012

Inteligencia emocional y enfermedad IV: La inversión psicológica en la enfermedad

Inversión en el hogar de psique


Consulta de Coaching y Psicoterapia (Gestalt, PNL, Hipnosis Ericksoniana…) en Sabadell. 




El Dr. Roger Callahan acuñó el término Revés psicológico, este término fue hecho público con posterioridad por el Dr. John Diamond; Gary H. Craig lo difundió en su texto “Técnicas de Liberación Emocional” (EFT) , una nueva forma de psicoterapia al servicio de la inteligencia emocional.

Utilizando la metáfora de una pila instalada con la polaridad al revés, postulan que el cuerpo y el psiquismo humanos están sometidos,  en ocasiones,  a una especie de interferencia eléctrica ocasionada por este revés de polaridad.  Es lo que ocurre cuando un paciente/cliente entra en consulta y sabe lo que tiene que hacer, decir,... pero por más que lo intenta.... no encuentra la forma de adoptar de un modo regular, esa postura o actitud... Existe una especie de auto sabotaje interno y oculto, por lo menos en apariencia.

Siguiendo con Callahan,  cabe matizar que parte de una teoría energética según la cual, cualquier dolencia, tanto física como psicológica,  tiene una causa energética, sea lo que sea que entendamos por el término energía; por supuesto esta hipótesis no es suscrita por todas las escuelas psicoterapéuticas, si bien no debemos olvidar que, incluso la psicología académica más ortodoxa reconoce el hecho de que cualquier emoción y sentimiento provoca una corriente hormonal y fisiológica interna determinada, con lo cual ya estamos hablando de energía; se trata de una simple cuestión de dónde ponemos el énfasis.

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 A nivel conductual este revés psicológico explica las incomprensibles  “pájaras” de algunos atletas y deportistas, la dificultad en superar las adicciones o la depresión, los obstáculos en el aprendizaje o incluso el llamado “bloqueo” del escritor; a nivel de la salud física postula que gran parte de las enfermedades degenerativas o incluso el cáncer hallan un correlato a nivel energético/psicológico.

En general la inversión psicológica se manifiesta como un silencioso sabotaje a las intenciones y deseos sanos del individuo de progresar en cualquier área de su vida, salud, económica, afectiva, relacional etc... es el síndrome de los perdedores, el de esas personas que vayan donde vayan parecen estar marcados por la mala suerte a pesar de sus esfuerzos, de su voluntad.... es como si literalmente llevaran las “pilas al revés”.    

Esta inversión psicológica, es originada por pensamientos de origen subconsciente y de marcada orientación negativa, cabe decir que la mayoría de las veces, precisamente por acontecer en un nivel subconsciente, es  difícilmente accesible para el paciente, al menos de un modo directo, si bien ciertas personas sí son capaces de “intuir” un algo al respecto, pero con esto no es suficiente, es preciso llevar a nivel consciente lo que acontece en un estrato inconsciente y a partir de esta aceptación (recordar anterior artículo acerca de la aceptación ) empezar una alquimia emocional interna.

Inteligencia Emocional, Alquimia interior 

Este trabajo interior, aun cuando pudiera ser desagradable y difícil en ocasiones es necesario; no es suficiente como algunos sostienen con los “pensamientos positivos”, estos son plenamente recomendables pero sin un examen interno previo, su eficacia disminuye considerablemente, es tanto como echarse colonia por el cuerpo sin haberse duchado previamente,  y esto es así porque aún las personas más optimistas están sometidas en algún momento y/o parcela de su vida a esta inversión psicológica.

La mayoría de terapeutas nos hemos encontrado con los “casos difíciles”, pacientes que aún manifestando su buena voluntad no avanzan. El Dr. Callahan lo relata cuando estuvo tratando a una paciente que por más que lo intentaba no conseguía adelgazar. La paciente llevaba años intentando seguir una dieta adecuada, sin embargo por más que lo intentaba no conseguía reducir,  durante un tiempo suficiente,  la cantidad de comida que ingería. 

A través de un test muscular de Kinesiología, descubrió que el cuerpo de su paciente respondía negativamente ante la posibilidad de adelgazar (el cuerpo y sus respuestas están mucho más cerca del subconsciente personal que el intelecto o los deseos manifiestos), esta información sorprendió tanto al médico como a la paciente que seguía convencida de su deseo (consciente) de adelgazar. Callahan siguió probando con otros pacientes renuentes  a la terapia, bien sea para adelgazar u otros casos de ansiedad, relación, etc... encontrándose en la mayoría de los casos con esta extraña contradicción entre la intención manifiesta y consciente y lo que el subconsciente parecía desear.

Este mecanismo está, tal y como ya apunté antes, en el fondo de algunos, sino casi todos los desajustes difíciles de resolver, tanto de origen físico como psicológico. ¿Qué podemos hacer al respecto?; veremos en el siguiente artículo qué tres grandes grupos de causas subyacen a este boicot inconsciente.


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- Anterior artículo: Inteligencia emocional y enfermedad III Resignación y aceptación, ambición y resentimiento
- Siguiente artículo: Inteligencia emocional y enfermedad V: Las ganancias secundarias

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